jueves, 25 de enero de 2018

La originalidad que enamora

A veces te enamoras de un poema, de una canción, de una fotografía, de una pintura. Otras, necesitas enamorarte de algo nuevo, sorprendente, original, y te pones a escribir un poema o una canción o a pintar o tomas una fotografía desde un ángulo único, el tuyo, para enamorarte de tu propia creación que previamente has imaginado dotada de belleza y reflejo de tus emociones.
Si tus obras, bien logradas o con imperfecciones veniales, te enamoran, tendrás en ellas fuentes de recursos para componer otros poemas, canciones o imágenes, incluso cuando tu pasión por ellas remita. Los enamoramientos, como, a menudo, los grandes amores, están sometidos a la fugacidad de nuestra percepción.
Composición comestible. Foto: © Jordi Rueda.
Enamorarse es fácil, pero requiere que aprecies originalidad en el objeto que te enamora. Al que plagia, le cuesta mucho más enamorarse del resultado de su robo artístico, salvo que
caso raro — éste supere a la obra plagiada.
Es la originalidad, ajena o propia, la que seduce. Si te has enamorado muchas veces, podrás enamorarte fácilmente muchas más: de las obras que labres, si te emocionan, o de las ajenas, si distingues en ellas una personalidad seductora.

P.S.- No confundir la admiración por una obra para experimentar la cual solo se necesita algo de cultura y buen gusto con el enamoramiento, que requiere apreciar en ella singularidad.

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