lunes, 16 de octubre de 2017

El desorden vital

Cuando se aproxima, otoño tras otoño, al día en que celebramos a los muertos, el de Todos los Santos, echas la vista atrás y te das cuenta de que casi siempre has bebido vino de la misma bodega, de que te has acostado con la misma mujer casi todas las noches, de que has creído en un único dios y de que has sido ciudadano de un solo país.

Tratas de figurarte, entonces, que tienes 25 años, que cambias a menudo de vino, que eres infiel, que apostatas y que te largas a otra parte, sin rumbo. Cavilas que si hubieras hecho todo eso hubieras sido feliz. Pero en realidad, a los 25,  te aficionaste a un solo vino, te echaste una novia con la que, al poco, te desposaste, dejaste las prácticas religiosas pero sin descreer del llamado dios y tus viajes fueron solo turísticos, rebañegos. Y así has pasado otros 25 años.


Cuando se aproxima, cada otoño, el Día de Todos los Santos, te das cuenta de que aun tienes que empezar a vivir de verdad. Necesitas degustar el caos antes de que sea demasiado tarde… pero qué tremenda flojera te entra cuando lo imaginas. Tal vez… tal vez cuando llegue la primavera.


El caos promete vida y aventura, pero hay que tener arrestos para adentrarse en él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario