jueves, 28 de diciembre de 2017

Recogido en el silencio de la noche

Recogido en el silencio de la noche
pienso en ti
y quisiera dedicarte una canción
pero no lo haré

No debemos romper el silencio de la noche
pues sin él
quizá no pensaría en ti de esta manera
y al llegar el momento
de escribirte la canción
y de cantarla
mi voz y mi palabra
no serían diáfanas y exactas

Quiero respetar el silencio de la noche
para verte más clara
dibujada en la luz de las palabras
que nacen de mi noche silenciosa

Recogido en el silencio de la noche
pienso en ti
en ti que eres mi luz y mi palabra
en ti que iluminas mis recuerdos y mis sueños
en ti que solo existes en la noche silenciosa

No debemos romper el silencio de la noche
pues sin él
no existirías.

Recogido en el silencio de la noche
pienso en ti
en tu luz y en mis palabras

Recogido en el silencio de la noche
pienso en ti
en ti que eres mi luz y mi palabra
en ti que iluminas mis recuerdos y mis sueños
en ti que solo existes en la noche silenciosa.

Jordi Rueda

lunes, 11 de diciembre de 2017

Tu piel

Tú te quitas la ropa
para estar conmigo,
para hacerme sentir tu piel,
cálida y dulce, 
para hacerme sentir lo que tú sientes.

Yo me desnudo de mí mismo
para que apenas me percibas,
para que goces por entero de ti misma
y para que mañana,
después, quizá, del olvido,
sigas sintiendo tu piel toda
cuando de nuevo te desnudes
como ahora.

martes, 5 de diciembre de 2017

Palomitas de maíz

(Escrito originalmente a finales marzo. Véanse las posdatas).

Tuve una amante, novia, esposa,
que gustaba de ir al cine a comer palomitas.
Casi nunca me imponía la película a ver,
pero sí las palomitas, que hacía crujir
entre sus hermosos dientes
que lucía al girarse hacía mí
sonriéndome, no sé si por cariño
o para exhibir el placer que le causaba 
verme obligado a aceptar esas cositas suyas.
Era una muchacha esbelta y bella
que cuidaba su figura y, para ello,
su alimentación:
poca sal y poco azúcar.
Pero en el cine se sentía precisada
de tener en el regazo un envase de palomitas
y a veces, al lado, una bebida de soda.
Le daba lo mismo que acabáramos de salir
de un restaurante.
Nada más entrar al recinto del cine
se iba a la barra en que expendían las golosinas
y pedía palomitas,
— Deme el tamaño grande.
Y se giraba hacia mí.
— Son cinco euros, churri. ¿Tú no quieres?
— No, acabamos de comer.

También tuve otra novia
que pedía palomitas en el cine
y a veces la merienda y todo.
Pero ella, además, escogía las películas
y le gustaban las de acción
y gozaba viéndolas en esos cines de butacas anchísimas
para repantigarse o hasta sentarse en posición de loto.
Ahí, con los filmes de sonora acción
(la secuela de ‘Matrix’ la vimos cuatro veces,
aunque yo nunca acabé de entenderla)
apenas se escuchaba el crujir de las palomitas
y he de reconocer que yo también comía,
porque íbamos a la segunda sesión,
esa que echan a la hora del aperitivo vespertino.
Creo que lo de las palomitas es un vicio,
a veces divertido, como hacerlas en casa en la sartén.
Y en el cine, cuando las películas son incoherentes,
ayudan a pasar el rato. Con esa sal, 
a la salida apetece más tomarse una copa de cava.

El otro día fui al cine con una amiga que me dijo
— Vamos al Comedia, nos cae cerca
y allí no hay palomitas,
no tendremos que soportar crujidos ni sorbetones
y podremos escuchar mejor la película.
Me pareció estupenda la propuesta de mi amiga encantadora.
Fuimos y disfrutamos de la película.
Había poca gente y era respetuosa. Con los teléfonos mudos,
como debe ser.

Lo malo fue al día siguiente, cuando leímos que ese cine
cerrará a fin de año.

Los tiempos cambian, es natural, 
pero alguien en esta ciudad debería elaborar
una lista de cines donde no se comieran
demasiadas palomitas.
Tendré que seguir recurriendo a mi adorable amiga.
Cuando salimos del cine el otro día
también nos fuimos a tomar una copa de cava
que nos supo muy bien;
mejor, seguramente, 
que si hubiéramos masticado palomitas.

Jordi Rueda

Posdata:  Un par de meses después hemos sabido que la cadena de cines Yelmo se hará cargo del Comedia. Es de celebrar, aunque ¿venderán palomitas?
Posdata segunda: Efectivamente, en noviembre de 2017, el antiguo Comedia alberga ya varias salas de los Cines Yelmo. Son muy confortables. Y en la taquilla expenden palomitas.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

¿De qué color era tu pelo?

Aquellas tardes grises de un lejano invierno fueron el marco de algunos encuentros impetuosos y breves. 

Contra nuestro pronóstico, la llegada de la primavera sembró de conocimiento nuestra relación. La luz revelaba que no estábamos hechos el uno para el otro. 

Ella guardará, tal vez, un recuerdo vago de mí, desvaído como el que yo tengo de ella. Ambos, no obstante, atesoramos enseñanzas imperecederas sobre el amor y el deseo o, en buen orden, sobre el amor, el deseo, la pasión y el desamor. Hay horas grises que perviven como lecciones. 

El amor se sabe, el desamor se aprende. 

Gracias, maestra. 

¿De qué color era tu pelo? Te lo teñías ¿verdad? 

Jordi Rueda

lunes, 20 de noviembre de 2017

El bienestar


El bienestar puede ser un poco de sol a media tarde, dos cafés para acompañar una conversación y, por si esta se prolonga, un cubo con hielo a punto para recibir una botella.
El bienestar estriba, más que en estar organizado, en ser capaz de improvisar los buenos momentos.


domingo, 19 de noviembre de 2017

ODIO/oído

OÍDO/odio
Desnudo/desnuda   
Aditsev/deshabillé
Buena/malo
Parlera/taciturno
Tuerto/ciega
Alegre/etsirt
Greale/tetris
Escuchado/odahcucsE
Visto/otsiV
Muerto/Vivo
           
Jordi/idroj 
Rueda/adeur

martes, 14 de noviembre de 2017

He subido al gris desván de la memoria

He subido al gris desván de la memoria
para tratar de encontrar algún indicio
de vida intemporal en el olvido.
Pero solo he visto olvido en el olvido.
y no me he atrevido a rebuscar en él,
había mucho polvo
y ese polvo me hubiera impedido respirar.

He bajado luego al negro sótano
donde se desangra el corazón doliente.
Buscaba alguna señal de perfección
en ese sacrificio.
He prendido una vela
y su llama solo me ha dejado ver mi mano
rodeada de oscuridad.
He sentido la miseria, la miseria animal
de la escasez de luz y de color.
No he visto el corazón.

He soplado la llama
y al disiparse el olor del humo de la mecha,
he experimentado por fin la perfección,
el vacío absoluto.

Envuelto en la noción de estricta oscuridad
he inferido que tal vez después,
después del último después,
eso será todo.

Mientras tanto, ni desván ni sótano.
Ni casa siquiera. Caminos y horizontes.
Y sueños.
Lo que, en verdad, no es poco.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Cansado de penumbras

Cansado de penumbras,
mis penumbras,
he bajado sin linterna a la cueva del tesoro.
A tientas, gateando y sorteando estalagmitas,
he buscado el cofre de la luz sin éxito.
Después he llegado a un río y en su lecho
me he dejado llevar por la corriente.
Sé que puedo ahogarme,
pero no puedo volver,
no puedo recordar siquiera
el lugar de dónde vengo.

Si el río me lleva hasta el sol de una salida,
saltaré del agua agradecido en cuanto salga.
Me quitaré las ropas allí fuera 
y las pondré a secar.

Desnudo, al sol,
sentiré otra vez 
mi escasa claridad interna,
mis penumbras,
y buscaré en mis pensamientos la boca de otra cueva
donde adentrarme para tratar de descubrir 
el tesoro de mi luz.

Jordi Rueda

lunes, 6 de noviembre de 2017

La tempestad

Pasan hojas secas
y algunas ramas rotas
por el río,
río abajo.

Desaparecen casi todas las huellas
de la tempestad.
mientras una calma absurda
envuelve nuestros cuerpos
aun temblorosos.

Hemos perdido la casa y el huerto
y parece que estamos sin nada,
pero no es así: tenemos miedo y rabia.

El miedo nos alertará de nuevos peligros
y la rabia nos librará de la indolencia.

Tomaremos pronto un camino,
el que nos lleve a otras llanuras de sensatez.
Allí encontraremos donde parar.

Construiremos entonces una casa nueva,
que mantendremos limpia y ordenada
para gozar en paz de la fecundidad de las ideas.

Hasta que nos sorprenda la próxima tempestad.

miércoles, 1 de noviembre de 2017

La melancolía es un río por desembocar

En silencio me miras.
Tu mirada despierta en mis ojos una humedad que el peso de la melancolía quiere convertir en lágrimas.
El agua de la montaña, mientras tanto, cae por una piedra cubierta de musgo y se deposita lentamente en la tierra que la filtrará hacia un río.
Calladamente lloramos sobre el musgo dulce y tristón que se despereza con la efusión de cada lágrima salada.
Cuando tu silencio llora sobre mí y me hace llorar, llorar hacia adentro, nace un río.
La melancolía es un río por desembocar. 

sábado, 28 de octubre de 2017

Té, colores de otoño

Té japonés.
El otoño brinda una paleta de colores entre los cuales predominan algunos que nos recuerdan los del té. Podemos hacer una pausa a media mañana o a media tarde para tomar una taza y reencontrarnos con nuestro sentido del placer, aliviándonos del tráfago del día. 
Negro o verde, caliente o tibio, el té siempre reconforta.

El té tiene color de otoño y el otoño y sus colores aumentan el placer de tomarlo.

jueves, 26 de octubre de 2017

Pequeñas cosas

Te sorprenderás, como siempre,
ante pequeñas cosas,
cosas que no son difíciles de ver,
aunque solo admiren a personas que descubren universos 
cada vez que abren los ojos.

La vida cambia a cada instante.
Como tú.

domingo, 22 de octubre de 2017

Triste miel de otoño

Tus ojos son otoño: luz triste y hermosa.
Si te miro y logro que me mires,
tus pupilas me regalan destellos de miel
que endulzan el declive de la tarde.

En tu mirada lucen hojas doradas,
hojas maduras que caen gozando su belleza.
En tus ojos hay también una albura de lágrimas,
espejo de las mías.
Lágrimas hechas de amor y de nostalgia 
de algo que aún no hemos perdido.

En el blanco de tus ojos se deslizan quimeras y temores
y las sombras de la vida danzan, danzan
avisando de una fría e inminente media luna.

Hará frío esta noche. En la penumbra, empero,
intercambiaremos nuestros mantos de tristeza,
tan parecidos, pero tan distintos,
para sentirnos a cobijo de la muerte.

Mañana despertaremos bajo nubes de melocotón
y advertiremos, al verlas y al mirarnos,
que aún no es invierno. Que aún no es invierno.

Jordi Rueda

viernes, 20 de octubre de 2017

Se doran las hojas

Otoño. 
Se doran las hojas de los árboles. Reverberan.
. El placer visual es extraordinario.

jueves, 19 de octubre de 2017

Co-quí, co-quí

Los coquíes vuelven a cantar en las noches de Puerto Rico. Los huracanes acabaron con miles de ellos, pero el canto de los supervivientes vuelve a ser un signo de esperanza en una isla completamente devastada. Co-quí, co-quí…

lunes, 16 de octubre de 2017

El desorden vital

Cuando se aproxima, otoño tras otoño, al día en que celebramos a los muertos, el de Todos los Santos, echas la vista atrás y te das cuenta de que casi siempre has bebido vino de la misma bodega, de que te has acostado con la misma mujer casi todas las noches, de que has creído en un único dios y de que has sido ciudadano de un solo país.

Tratas de figurarte, entonces, que tienes 25 años, que cambias a menudo de vino, que eres infiel, que apostatas y que te largas a otra parte, sin rumbo. Cavilas que si hubieras hecho todo eso hubieras sido feliz. Pero en realidad, a los 25,  te aficionaste a un solo vino, te echaste una novia con la que, al poco, te desposaste, dejaste las prácticas religiosas pero sin descreer del llamado dios y tus viajes fueron solo turísticos, rebañegos. Y así has pasado otros 25 años.


Cuando se aproxima, cada otoño, el Día de Todos los Santos, te das cuenta de que aun tienes que empezar a vivir de verdad. Necesitas degustar el caos antes de que sea demasiado tarde… pero qué tremenda flojera te entra cuando lo imaginas. Tal vez… tal vez cuando llegue la primavera.


El caos promete vida y aventura, pero hay que tener arrestos para adentrarse en él.

viernes, 13 de octubre de 2017

Espejismo

Las nubes descansan sobre los rascacielos. 

Lentamente oscurece. 

Muchas ventanas se iluminan.

Las farolas, abajo, también.


En el crepúsculo urbano

entre los edificios sombríos, 

irrumpe un espejismo: 

tú.

 

Siempre fuiste un espejismo.

Como ahora.

miércoles, 11 de octubre de 2017

96




¿Recuerdas, querida, aquellas tardes de verano?
Las pasábamos juntos, nos mirábamos a los ojos, de cerca o a media distancia.
Tomábamos té caliente para combatir el calor.
Después nos echábamos en la cama y nos abrazábamos hasta sudar el té.
Otras veces templábamos o nos recostábamos el uno en el otro. Cambiábamos las posturas… era muy agradable.

No he vivido momentos más dulces en toda mi vida como los que compartí contigo en aquellas tardes de verano del 96 en que mi cabeza descansaba a ratos sobre la almohadita velluda de tu pubis. Suave.
Pero ha pasado el tiempo y ahora ya no es lo mismo. Te afeitas… y tu pubis pincha.

                                                                                                                           
                                                                                                                 Jordi Rueda                                                                                     

sábado, 7 de octubre de 2017

Volveremos a vernos

En tu mirada de miel
hay dos soles pequeños, 
cada vez más pequeños,
Son compañeros del ocaso
pero aún despiden
pequeñísimos destellos de luz finita.
Poco a poco, empero,
se visten de penumbra,
y ocultan su dulzura.

Tus ojos se convierten en ausencia,
los míos en olvido.

No estamos hechos, ahora,
el uno para el otro.

Quizá una noche,
vacíos de recuerdos,
con un poco de neón en las pupilas,
volveremos a encontrar el deseo que nos debemos
en ti o en mi, en él o en ella.

En algún rincón de los ojos
de personas sin pasado,
como nosotros,
volveremos a vernos.

martes, 3 de octubre de 2017

Andar. Mirar. Saber. Gozar. Pasar.

Andar. Mirar. Ver. Conocer. Saber. Pasar.
                      Gozar.
Ver. Conocer. Saber. Gozar 
                     ¿Pasar?
Ver
Conocer
Saber
Gozar
Pasar
Olvidar.

Ver. Mirar. Imaginar. Parar. Seguir.

Recordar
Mirar
¿Gozar?
Seguir
Andar
Parar
Descansar. Soñar.

Ir ¿Ir?
Andar
Morir ¿Morir?
Morir.

Nacer. Andar. Mirar. Ver. Conocer. ¿Comprender?
                       Saber.
Andar. Mirar. Cantar. Aprender.
                       Decir.
Callar. Andar. Mirar. Ver. Sorprenderse. Sonreír. Parar. Seguir. Morir. Nacer.
                           
                       Vivir.
                       Decir.

                     Jordi Rueda

lunes, 2 de octubre de 2017

Escúchate

Es


cha
me
¡Es
cha
te!
Siénte
te
Aprén
de 
te 
¡víve
te!
¡Vive!
¡Vive!
¡Vive!

Jordi Rueda

viernes, 29 de septiembre de 2017

La carta

En este retirado hotel de estilo clásico,
confortable,
sin más ornatos que los necesarios
para que no se angustien los que temen al vacío,
he tomado una cuartilla de la mesa de mi cuarto
para expresar algún mensaje.
Después escogeré el destinatario.

Tras un rato pensativo,
he doblado la cuartilla.

Ahora la pondré en un sobre del hotel
donde escribiré mi nombre y dirección.
Después dejaré la carta en recepción
para que la franqueen y la envíen.
Aunque, tal vez, al llegar al vestíbulo,
sentiré ese imán que siempre siento
cuando veo una puerta giratoria.

Pasaré de largo de la recepción
imantado por la puerta, la penetraré
y ella me expulsara hacia la calle,
una calle que llevo sin ver algunas horas.

No me gusta perderme las cosas de las calles 
por estar mucho tiempo acomodado
en las habitaciones de los hoteles.
Ni siquiera cuando estas son escenarios de amor.

Duermo poco, al menos de noche,
y, aún sin acabar de despertar, 
presiento
que me llaman las cosas de las calles.
Me llaman, verdaderamente.
Saldré pronto. 
Buscaré un buzón y haré una prueba:
echaré sin franquear la carta.
¿Me llegará?
Seguramente. El servicio de Correos es eficiente.
Una vez la reciba, ya en mi casa,
no sabré si la debo contestar
ni, de hacerlo, a dónde dirigir la respuesta.
Quizá si escribo al hotel dando el nombre del huésped, 
le hagan llegar mi carta. Ellos tendrán sus señas.
No obstante ¿qué voy a decirle?
Dentro del sobre solo hay una cuartilla en blanco.
Mi corresponsal se habrá callado por algo.
Quizá para hacerme pensar
o para hacerme saber que cuando uno anda de hoteles
con puertas giratorias que llevan a la calle
donde pueden verse tantas cosas
y acontecen tantos casos,
uno no debe quedarse en la habitación
escribiendo cartas prescindibles.

Igualmente, muchas gracias por tu envío,
amigo mío.
                                               Jordi Rueda