Tu voz de niña enamorada
y tus palabras de mujer
sabia
me acompañan
y me hacen sonreir de
felicidad
aunque me ausente.
No estoy solo en el camino
por el que imaginariamente
te muestro el verde de las
agujas de los pinos
y el rojo anaranjado de
los madroños
o esa roca pulida por el
tiempo y las lluvias
en la que podemos
sentarnos a descansar.
Tu voz y tus palabras van
conmigo
y siento que me indican ya que
vuelva pronto,
que tienen más cosas que
decirme,
más consejos que darme,
más preguntas sobre mis ensueños,
más propuestas de vida
compartida,
más amor para expresar.
Espérame en la fuente del
recodo.
Aliviaremos la sed
y nos besaremos con los
labios mojados.
Compartiremos, entonces,
abrazados,
silencios de infinita pasión.
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