Cabezas borrosas de animales
desconocidos asoman por el horizonte
¿soy yo quien los mira o
son ellos quienes estiran el cuello para verme?
¿Viene el invierno hacia mí
o soy yo quien avanza hacia él?
¿Camina la vida hacia la
muerte
o es la muerte quien busca
una presa en mí?
¿Moriré de frío?
¿Moriré de asfixia?
¿Moriré de asfixia?
¿Moriré?
Y si muero, una vez muerto
¿me amará alguien todavía?
¿me amará alguien todavía?
Los muertos no aman.
Y no recibe nada
el que nada puede dar.
Nadie puede amar a quien no
ama a nadie.
Pero yo que he amado tanto
y he dejado tantos rastros
de amor en los caminos
quizá merezca ser amado un
tiempo
una vez muerto.
No digo recordado, digo amado.
Después, como todos,
mereceré los olvidos que
imponen los afanes por lo nuevo.
Pero antes de olvidarme,
si sientes que te he amado,
ámame.
Quien ama a quien le ha
amado
se ama a sí mismo
y en ese amor bulle la
vida.
En ese amor, tu amor por
ti,
vivirán siempre aquellos
que sembraron con su amor tu amor.
Si ellos pudieran seguir viviendo en ti,
no les importaría morir. Ámalos.
Yo, por mi parte y mal que bien,
seguiré por aquí,
en busca de otro amor eterno.
Si ellos pudieran seguir viviendo en ti,
no les importaría morir. Ámalos.
Yo, por mi parte y mal que bien,
seguiré por aquí,
en busca de otro amor eterno.
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