Desnudos en un claro del bosque
vimos la nube de los mil colores,
una nube hecha de mariposas
que descendían hacia nosotros.
mientras las escamas de sus alas
se desprendían y el aire se irisaba.
Nos miramos y éramos de colores,
las escamas habían sido atraídas
por nuestros cuerpos desnudos
que ya tenían todos los colores
de las alas de las mariposas.
Levantamos la vista hacia lo alto,
donde ya no estaba la nube,
y decidimos volar.
Volamos. Volamos sin alas.
Las copas de los árboles, abajo,
eran verdes y nuestros cuerpos
eran de colores trasparentes.
Irisábamos el aire.
Vimos otra nube,
una nube de luz que iba de viaje
que pasó a nuestro lado
sin herirnos en los ojos.
Vimos por arriba una nube más,
oscura, grande.
Se detuvo y descargó
toda el agua de los cielos
sobre nuestros cuerpos
llevándose aquellos colores.
que ya creíamos propios..
No pudimos volar más.
y caímos en un campo yermo y pardo.
Nos miramos y sentimos vergüenza y frío.
Estábamos desnudos,
completamente desnudos.
Nos dimos la espalda,
nos agachamos para arañar el suelo
y cada cual se cubrió como pudo
con el polvo pardo de la tierra yerma.
La vergüenza de haber perdido los sueños
y la imaginación nos alejó.
Ni siquiera fuimos capaces de decirnos adiós.
También habíamos perdido la urbanidad.
Si nos viéramos ahora, no nos reconoceríamos.
La vulgaridad nos ha igualado tanto
que no somos nada.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario