La
cara que pone ese taxista
es la
de un hombre que hace ver que nada escucha,
pero se
nota que tiene los oídos como antenas.
Tal
vez es un espía que hace el taxi
y que
sigue a los agentes de algún bando
para
obtener información de sus engaños
y entregársela a los otros,
esos que quieren ser dueños de lo cierto
para seguir vendiéndonos lo falso.
Este
hombre que conduce el taxi nos escucha,
se percibe en su careta indiferente
y en
la fuerza con que agarra su volante.
Deberías callar, ser más discreta.
No estás en Nueva York, querida.
Estás de nuevo en tu ciudad chismosa
y pudiera ser que corriera alguna voz sobre tus cuitas,
aderezada con especulaciones
sobre la relación candente entre nosotros.
sobre la relación candente entre nosotros.
Este taxista tal vez no es un espía,
pero ahora sabe demasiado.
Habrá que eliminarle si no callas.
Habrá que eliminarle si no callas.
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