sábado, 23 de abril de 2016

Sedúceme, sedúceme

Un amigo me recuerda hoy, Día del Libro, que Jorge Luis Borges dijo que “el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo”.
Parece que sí, que hay cosas que no son fáciles de imponer… salvo que se utilice una trampa, la de la seducción. Así, un libro con una ilustración de portada y un titulo sugerentes, te dice léeme, léeme, y no hacerlo produce dolor en el cerebro.
También en los adentros de la cabeza se instala súbitamente la mirada hermosa de una mujer interesante que te reclama, si sabes leerla, ámame, ámame. No hacerlo te desazonará durante horas o, tal vez, días o meses.
En cuanto a los sueños, ay, en cuántas noches de desvelo has sentido que debías interrumpir tu armoniosa soledad al imaginar que detrás de la luz blanca de la luna se esconden estrellas lejanas que te piden: suéñanos, suéñanos.
Para desobedecer con causa desobedecer es el verbo que siempre conjugo ante cualquier imposición, te diría, libro, mujer o estrella, solo dos palabras: sedúceme, sedúceme.

23 de abril de 2016

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