Te pintaste los labios para besar la carta que
me estabas escribiendo.
Querido,
dulce amigo:
Tengo
tantas cosas que decirte… no hace ni dos minutos que estábamos hablando por
teléfono, pero te añoro y me haces falta. Me cuesta explicarte con palabras lo que
siento, si pudiera besarte como beso esta carta que te escribo, entenderías mejor
lo que te digo.
Estoy
nerviosa, este finde me
iré con mi novio a una cabaña, aislada en la montaña,
Es
un lugar bonito y sabes cómo quiero a ese muchacho… pero si pienso en que hoy es
viernes y que hasta el lunes ya no hablaré contigo, me lleno de tristeza, me
siento en la agonía…
Nunca
había imaginado que podía desear a una persona tanto como a ti… ¡Como me gusta
explorar los rincones de tu cuerpo, amado amante mío!
Quisiera
abandonarme en tus brazos de por vida, dejar que me inundaras con tus besos y
sentir cómo desvelas mis secretos, todos mis secretos.
Ya
tengo que dejarte. Voy a llevar esta carta al correo para enviarla con
urgencia, pero quiero reiterarte por escrito y sellando mis palabras con la
huella de mis labios rojos (ya sé cuánto te gustan y como te gusta despintarlos
con los tuyos), que anhelo con todo mi ser quedarme embarazada de ti antes de
casarme. Si aceptas ¡ojalá! debemos apurarnos, porque queda poco tiempo para la
boda. Después yo seré fiel a mi marido y aunque recordaré aquello que me
dijiste cuando nos conocimos: que es más fácil seducir
a una mujer que quiera mantener su matrimonio que a otra que tema perder su
independencia, yo, una vez casada, no volveré
a acostarme contigo, pero tendré conmigo el más bello recuerdo que puede tener
una mujer de un hombre. Tuya siempre.
Te pintaste los labios para besar la carta que
me estabas escribiendo. ¡Qué locura!
Jordi Rueda
Jordi Rueda