martes, 31 de marzo de 2015

Como sombras

Como sombras que discurren entre sombras,
como sombras que se encuentran en las sombras
y que asombran a otras sombras
porque quieren apartarse de las sombras,
hay dos sombras que se agitan,
que se alzan,
son dos sombras.

***
Son dos sombras que caminan
y se tienden, a la vez, una mano entre las sombras.
Son dos sombras.
Van cogidas de la mano.
Son dos sombras que se mueven entre sombras.
Son dos sombras.
Son dos sombras que se toman de la mano entre las sombras.

Son dos sombras.
Son dos sombras que se besan entre sombras.
Son dos sombras que se funden en las sombras.
Son dos sombras.
Todo sombras.
Todo sombras: una sombra.
Y una sombra que se alza de las sombras
y una sombra separándose en dos sombras
y dos sombras.
Mas dos sombras que se cogen de la mano,
que se elevan de las sombras.

***
Son dos sombras de la mano.
Son dos sombras que se acercan,
son dos sombras.
Son dos sombras, todavía.

Son dos sombras que se besan.
Son dos sombras que se besan por encima de las sombras.
Son dos sombras casi juntas.
Son dos sombras muy unidas, casi una.
¡Una sombra!
Una sombra que se ha alzado de las sombras y ahora es una.
Y una luz.
Una luz que temblequea por encima de las sombras.
Una luz que va cobrando mayor brillo,
Una luz que apaga sombras.
Ya no hay sombras.
Solo luz.
Una luz de intensidad inusitada que ha borrado cualquier sombra.

***
Una luz vino nacida de dos sombras
que corrían entre sombras
separadas,
que se unieron entre sombras,
que se alzaron de las sombras
y se amaron siendo sombras todavía
en lo alto de las sombras. 

Y una luz inapagable apagó todas las sombras por momentos.
Por momentos.
Solamente por momentos no hubo sombras.
Hubo luz.
Hubo luz unos momentos.
Solo luz.
Solo luz. Ninguna sombra.

Y en la luz se perfilaron lentamente nuevas sombras,
y una sombra que se alzaba por encima de esas sombras,
se rasgaba, se rasgaba,
y se hicieron nuevamente las dos sombras.

Las dos sombras declinaron
y se unieron a las sombras.

Jordi Rueda

miércoles, 25 de marzo de 2015

Blau d'hivern

Ple de plata l’aire,
aquell blau d’hivern 
era fet de mar
i era fet de cel
quan junts aplegàvem
delicats moments:

sota un núvol blanc
petonets dolcets
que es feien salats
en sentir carícies
de mar i de vent.

Tots dos érem aigua
Érem aigua i cel 
com el mar mateix.
Jordi Rueda

sábado, 14 de marzo de 2015

Venceremos al invierno

Cuerpo amado
Mente en deseo
Labios de miel
Amor callado

Pecho batiente
Vientre excitado
Luz en la piel
Cuerpo soñado

Tierra, lluvia, árbol,
flores, frutos,
plenitud.
Otoño.

Pertrechados de amor
venceremos al invierno.


Jordi Rueda, 2012

Agua sin sal



Lluvia. Agua sin sal.

Te necesito, mar.



jueves, 12 de marzo de 2015

Mañana

No olvidaré la sedosa dulzura de tu piel
ni la primavera entera de tus ojos
ni el húmedo deseo de tus labios
ni tu pecho inquieto
ni tu aliento.

No te olvidaré nunca,
te lo juro.
Aunque mañana será otro día.

Jordi Rueda

domingo, 1 de marzo de 2015

Gabo cantaba boleros

Gabriel García Márquez amaba los boleros. Se dejó bigote para toda la vida llevado de su admiración por Bienvenido Granda el Bigote que canta, popularísimo vocalista de la Sonora Matancera. También los cantó en un local de París para conseguir unos francos con los que combatir el hambre, cuando el periódico bogotano para el que escribía dejó de pagarle, a finales de los años cincuenta. 

Su devoción por Bienvenido Granda le llevó a convertirse en El Bigote que escribe. "En los momentos de su gran apogeo —relató Gabo— yo usaba el bigote muchísimo más grande y más poblado que ahora, y me llamaban los compañeros de trabajo El Bigote que escribe”. Después le conoció personalmente, en el Teatro Blanquita, de Ciudad de México, "y donde quiera que se presentara, lo seguía. Eran mis malos tiempos en México, cuando escribía 'Cien años de soledad". 

Esa referencia, la de Granda, le ayudó a vencer su timidez para cantar en L’Escale, club nocturno parisino donde se reunían muchos latinoamericanos: “Tengo miedo a los micrófonos y a las cámaras de televisión como a los aviones, pero las necesidades obligan en la vida”. 

Esas necesidades llevaron a García Márquez a experimentar un placer infinito "cuando en la oscuridad las parejas se amaban al idilio de un bolero". En momentos así, algo prodigioso se acompasa en el ánimo de los intérpretes de boleros, aliados musicales casi infalibles en las artes de la seducción desde hace más de un siglo. 

La obra literaria de Gabo tiene también un compás seductor. Los boleros, como los vallenatos y la música parrandera que gustaba de cantar con amigos, tienen, seguramente, mucho que ver con la huella que han dejado sus textos.

Jordi Rueda, mayo de 2014.